Abraza tu cruz: Cómo transformar la adversidad en fortaleza
- Educamos en Familia
- hace 5 días
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Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, no queríamos perder la oportunidad para reflexionar sobre el significado de LA CRUZ.
En la tradición cristiana la cruz simboliza el sufrimiento, pero también la superación personal y la resiliencia. “Por la cruz hacia la luz”, traducido del latín “Per crucem ad lucem”, viene a significar que detrás de cada adversidad hay un aprendizaje, una revelación.

Por eso en este artículo, independientemente de tus creencias, queremos profundizar en este símbolo para resignificar, desde el punto de vista psicológico, el valor de la adversidad, de las dificultades como oportunidad de aprendizaje.
Seamos creyentes o no, todos tenemos en la mente la imagen de un hombre, Jesús, cargando una pesada cruz hasta lo alto de un monte en el que más tarde, sería crucificado. La cruz en la tradición cristiana tiene un gran simbolismo ya que significa el dolor, la adversidad, pero también la salvación, un nuevo comienzo, el aprendizaje y la trascendencia.
Trayendo este hecho histórico al presente, ¿Quién no ha soportado alguna vez la pesada carga de la cruz? Hay cruces de muchos tipos: la enfermedad, una crisis matrimonial, la injusticia, una catástrofe natural, dificultades económicas, la incertidumbre, un hijo con problemas… En ocasiones la vida nos pone por delante pruebas que aunque no queremos, tenemos que aprender a lidiar con ellas.
El mecanismo psicológico más habitual cuando detectamos “la cruz” es el rechazo. No la deseamos y nos resistimos a incorporarla en nuestro día a día. Hacemos todo lo posible para hacer como si no existiera, pero la realidad es que está ahí. Aunque en un primer momento el rechazo puede servirnos para “dosificar” la adversidad o para apaciguar la respuesta emocional, mantenernos en la negación o la lucha solo nos traerá problemas a futuro. Cuando rechazamos o nos resistimos a lo que no podemos cambiar, aparece el sufrimiento. El dolor en la vida es inevitable, pero el sufrimiento, esa capa de dificultad que genera nuestra resistencia ante lo inevitable, si lo es.
Una vez que comprendemos que no podemos deshacernos de la cruz sin más, se plantean ante nosotros dos opciones: refugiarnos en el victimismo o utilizarla como trampolín para el crecimiento personal. Nuestra recomendación es que escojas la segunda opción. Dado que la adversidad es inherente a la experiencia humana, saquemos algo constructivo de ella. Pero no queremos que haya malos entendidos, sacar algo bueno no significa que no nos duela o moleste sino que decidimos, apoyándonos en nuestras acciones, no sufrir y encontrarle un significado positivo a esa cruz. Si crees que esto no es posible te animamos a que hagas este ejercicio:
Recuerda algún momento difícil de tu vida. Algo que ya hayas vivido y que en su momento considerabas que era una adversidad.
Una vez superada, finalizada o si sigue actualmente en tu vida:
¿Cómo has cambiado desde entonces?
¿Has aprendido algo nuevo sobre la vida o sobre ti mismo?
¿Crees que te puede ayudar lo vivido a enfrentar retos futuros? ¿En qué?
Si estás ahora mismo en un momento difícil, ¿Cómo pueden ayudarte tus experiencias anteriores a superarlo?
Vivimos en una sociedad que busca el disfrute, el placer y el bienestar por encima de todo y a ser posible de forma inmediata. Aunque no es malo querer vivir bien, es poco realista pretender estar en ese estado todo el tiempo. Las nuevas generaciones, nuestros jóvenes, están impregnándose de estos mensajes y no son realistas. La vida tiene cosas maravillosas pero también supone dolor, adversidad o crisis.
Normalicemos el hecho de que a veces las cosas no serán fáciles y fortalezcámonos para sentirnos capaces de afrontarlas. Como decíamos al inicio del artículo, la cruz supone un sacrificio significa dolor, adversidad, pero también puede ser un instrumento de crecimiento personal si somos capaces de vislumbrar, con perspectiva más amplia, la enseñanza que se oculta detrás de ella.
Aprovecha las crisis para crecer. Sigue luchando después de sufrir una derrota. Ten en cuenta que tus mejores victorias pueden estar por llegar. No abandones, y aunque a veces necesites descansar, no te rindas nunca.
Los seres humanos necesitamos encontrarnos con problemas, dificultades, retos y adversarios para progresar. Quien no comete errores y no supera obstáculos no aprende y está peor preparado para los envites de la vida. Cada pequeño problema es una oportunidad para evolucionar. El verdadero problema, el adversario más temible eres tú mismo cuando te dejas inundar por la falta de confianza y por el pesimismo.
No todos viviremos la Semana Santa de la misma manera. Para algunos serán unos días de vacaciones y para otros tendrán un trasfondo espiritual significativo. Sea cual sea tu caso, te animamos a que reflexiones sobre la importancia que tiene acoger la cruz para reconciliarnos con las adversidades y para vivir plenamente.
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