Cómo hablar con nuestros hijos para prevenir el abuso sexual infantil
- Educamos en Familia
- 24 jun
- 4 Min. de lectura

1. ¿Por qué es necesario hablar de esto?
Desafortunadamente, el abuso sexual infantil es una realidad que ocurre en todos los contextos sociales, y en el 80-90% de los casos lo comete alguien del entorno cercano (familiares, vecinos, entrenadores, etc.). El silencio, la vergüenza y el miedo son herramientas del abusador. Por eso, la prevención comienza con el diálogo, la confianza y la educación afectiva y corporal desde casa.
“El silencio protege al abusador; la información y la confianza protegen al niño.” — Fundación ANAR
2. ¿Cuándo empezar a hablar?
Desde los 2-3 años, los niños ya pueden aprender nociones básicas de cuidado personal. No se trata de asustar, sino de fortalecer su autonomía y su autoestima corporal de manera natural y progresiva.
3. Qué decir y cómo decirlo: claves para el diálogo preventivo
Con lenguaje claro, adaptado a su edad y sin tabúes:
Nombrar correctamente las partes del cuerpo, incluidos los genitales. Esto refuerza la claridad y disminuye la vergüenza. Ej.: “A esta parte se le llama pene / vulva. Es una parte privada y nadie debe tocarla sin tu permiso.”
Explicar la diferencia entre caricias buenas y caricias que incomodan. Ej.: “Si algo te hace sentir incómodo o raro, aunque no sepas por qué, tienes derecho a decir que no.”
Repetir que su cuerpo es suyo. Ej.: “Tu cuerpo es tuyo. Nadie puede tocarlo si tú no quieres.”
Enseñarles que hay secretos buenos y secretos malos. Ej.: “Un secreto que te hace sentir miedo o tristeza no es un buen secreto y debes contárselo a mamá o a papá.”
Frases clave que fortalecen su seguridad:
“Siempre puedes contarme cualquier cosa. Nunca te vas a meter en problemas por decir la verdad.”
“Hay adultos que a veces hacen cosas que no están bien. Tú no tienes la culpa.”
“Si alguien te pide que guardes un secreto sobre tu cuerpo, me lo puedes/debes contar, incluso si te dicen que no lo hagas.”
Cuando un adulto te pida que le guardes un secreto, recuerda que con lo padres no se tienen secretos.
4. Qué hacer como adultos para proteger y prevenir
Crear un entorno seguro:
Promueve espacios donde los niños puedan hablar sin miedo. Escúchalos con atención, sin minimizar lo que dicen. Hablar con naturalidad sobre cualquier tema, facilita que se comuniquen temas más delicados.
Observa cambios en su conducta. Aislamiento, miedo al contacto, retrocesos en el control de esfínteres o dibujos con contenido sexual pueden ser señales de alerta.
Un vocabulario o comportamiento sexualizado diferente o inapropiado para su edad pueden ser una señal de alarma.
Supervisa sin invadir. Interésate por sus amistades, actividades y cómo se sienten en sus entornos.
Evitar errores comunes:
No obligar a dar besos o abrazos si no quieren. Se les enseña así que pueden decir “no”. Por ejemplo, en lugar de decirle “da un abrazo a esta amiga de la familia” le puedes decir “¿quieres / te apetece darle una abrazo a esta amiga de la familia?
No burlarse de sus curiosidades sexuales. Responde con naturalidad y calma. Como comentábamos, es importante que todo lo relacionado con la sexualidad no se convierta en un tabú. A medida que se va descubriendo el mundo van surgiendo dudas e inquietudes, por eso, tratar el tema sexual como tratarías cualquier otro tema es importante.
No delegar su educación sexual en la escuela. Es una responsabilidad de los padres.
5. Recursos educativos que puedes usar en casa o el aula
Cuentos como “Kiko y la mano” (Consejo de Europa) o “¿De qué color es tu secreto?” (Marta Zafrilla) enseñan de forma amable y clara.
Vídeos animados de canales como Save the Children o Fundación ANAR explican en lenguaje infantil lo que son los buenos y malos secretos o cómo pedir ayuda.
Dibujos y juegos que representen emociones: ayudan a identificar lo que sienten y a expresarlo sin miedo.
6. Si sospechas o te cuentan algo
Escucha sin interrogar ni mostrar alarma. Di: “Gracias por contarme. Lo has hecho muy bien.”
Si es necesario, tómate tu tiempo para procesar lo que te está contando. En ocasiones, la propia angustia de los padres hace que la gestión posterior de la situación sea impulsiva o poco sensata. Si te sientes abrumado puedes pedir un tiempo para calmarte y después comunicarte. Ej: “Lo que me estás contando es muy importante y necesito algo de tiempo para pensar bien y ayudarte lo mejor posible”
Recuerda que probablemente no puedas recoger toda la información que necesitas en una única conversación. Puedes hablar de ello a través de un juego o en conversaciones breves, al ritmo de tu hijo. Algunas familias se ayudan de muñecos o dibujos para comprender lo sucedido.
Nunca lo culpes ni minimices lo que dice. Cree su relato.
Acude a profesionales. Llama a un psicólogo, servicios sociales o líneas de ayuda como la de ANAR (900 202 010).
7. Conclusión: educar es proteger
Hablar de abuso sexual infantil no quita inocencia; la protege. La mejor prevención no es el miedo, sino la confianza, la información y el vínculo afectivo.
“Los niños informados y escuchados son niños más seguros, y por tanto, menos vulnerables.”
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