¿Consumismo o crianza? Lo que la publicidad está enseñando a tus hijos
- Educamos en Familia
- 17 jun
- 8 Min. de lectura
La sociedad en la que vivimos promueve en las personas el consumo de bienes y servicios, en muchos casos innecesarios, a través de la publicidad. En general, todos tenemos mucho más de lo que necesitamos y hemos normalizado el “consumir por consumir”.

Los publicistas juegan con la vulnerabilidad de los niños y aprovechan su falta de madurez y criterio para crearles necesidades innecesarias.
Ello lleva a los niños a presionar a sus padres de diversos modos y estos acaban cediendo a sus deseos, por no saber decir que no y por ser incapaces de mantener su postura con amabilidad y firmeza.
Algunas investigaciones han demostrado la vulnerabilidad de los padres ante la presión de los hijos: entre un 20 y un 40% de las compras no se hubieran realizado a menos que el niño hubiera dado la lata a sus padres. Otro ejemplo: 1/4 parte de todas las visitas a los parques de atracciones no se hubieran realizado de no haber insistido los niños a sus padres.
¿Sabías que millones de euros se invierten cada año en publicidad intentando ganarse a tus hijos que serán los consumidores de mañana?
El objetivo de la publicidad es convertirles a ellos y a nosotros también en consumidores completamente mecánicos de todo tipo de productos que no necesitamos.
Desarrollan las llamadas necesidades creadas, suscitando deseos artificiales y maleducando a la población en lo que se conoce como la filosofía de la inutilidad. Si te paras a pensarlo, ¿Cuántas de las cosas que has comprado últimamente son estrictamente necesarias?, ¿Qué prendas de tu armario son imprescindibles? Y así podríamos hacer un largo inventario de cosas innecesarias o de objetos inútiles.
Algunas consecuencias del consumismo en los niños.
Aprenden erróneamente a creer que su felicidad depende de “tener cosas”.
Obtienen mucha satisfacción en el acto de “comprar” e invierten gran parte de su tiempo de ocio en “gastar”. Paséate un fin de semana por un centro comercial y te encontrarás con multitud de familias consumiendo de una forma u otra, o simplemente paseando y mirando las tiendas. Salir a pasear por la naturaleza o practicar algún deporte pueden ser alternativas enriquecedoras.
Infravaloran lo que tienen, siempre quieren tener más y diferente. “Lo quieren todo”, se muestran exigentes, caprichosos y poco agradecidos.
Tienden al despilfarro (la cultura del “usar y tirar”) y a no cuidar las cosas que tienen, especialmente cuando no las han conseguido ellos con esfuerzo.
Puede resultar difícil motivarles hacia otros valores o despertarles otros intereses que no sean “el propio consumismo”.
Tienden a no valorar el dinero ni el esfuerzo de sus padres para conseguirlo, parece que el dinero es ilimitado y cae del cielo.
Se comparan con los demás y se sienten desgraciados si no tienen las mismas cosas que el resto de compañeros.
El consumismo para muchos adultos (en especial mujeres) puede acabar convirtiéndose en una adicción. ¡Cuántas pacientes hemos visto en nuestra consulta que cuando se encontraban con bajo estado de ánimo, recurrían a las compras para mejorarlo!
¿Cómo enseñar a tus hijos un consumo responsable?
¿Quién quieres que eduque a tu hijo?: ¿La publicidad, los medios de comunicación, las modas, la calle, el grupo de iguales o tú?
Nos hacemos cargo de la dificultad que conlleva esta tarea: vuestra falta de tiempo, el estrés que sufrimos en nuestra vida cotidiana, pero quizás cambiando algunas cosas podáis enseñar a vuestros hijos a tener su propio criterio y a desarrollar un espíritu crítico. Puedes hacerlo y es un aspecto que va a influir en su felicidad y satisfacción
Es clave para que aprendan a valorar los recursos, evitar el derroche y desarrollar hábitos de austeridad, y no basar su felicidad en la posesión y consumo de bienes materiales efímeros.
Te animamos a enseñarles:
El valor del esfuerzo y lo que cuesta ganar dinero. Una manera de enseñarles esto es haciendo que se ganen su propio dinero con pequeños trabajos: Cuidar niños, camareros, sacar el perro del vecino a pasear… Cuando son más pequeños, los juegos que incluyen compra-venta (un supermercado, taller mecánico, tienda de ropa, restaurante…) ayudan mucho a que interioricen el concepto del costo de las cosas y de cómo el dinero es limitado y hay que gastarlo en lo que realmente se necesita.
A elegir productos en función de sus características y de sus necesidades. Enséñales a leer las etiquetas, a sopesar antes de comprar…
Proporcionarles y educarles en un tiempo de ocio no consumista: lectura, ejercicio, paseos por la naturaleza, visitas culturales.
Ser críticos con la publicidad que nos impulsa a consumir en exceso y que lo invade todo, y en definitiva a no ser un “borrego consumidor”. A no creerse los mensajes publicitarios
Al Grano. Cómo fomentar en los niños y adolescentes un consumo responsable, la austeridad y una mayor valoración y satisfacción con lo que uno tiene.
Aquí van algunas estrategias prácticas para hacerlo en el día a día:
1. Predicar con el ejemplo
Es posible que nos lo hayas oído muchas veces, pero es así. Los niños aprenden más por lo que ven que por lo que se les dice. Si te ven comparando precios, evitando compras innecesarias y reciclando, ellos imitarán ese comportamiento. De hecho, se sabe que cuanto más consumen los padres, más necesidad tendrán los niños de hacerlo.
2. Enséñales la diferencia entre necesidad y deseo
Desde pequeños pueden entender que hay cosas que necesitamos (comida, ropa, casa) y otras que queremos pero no son esenciales (juguetes, dulces, tecnología). Pregúntales: ¿Realmente lo necesitas o solo lo quieres? ¿Podemos esperar antes de comprarlo?

3. Cultiva la austeridad
Intenta crear un ambiente familiar donde no se derroche ni se malgaste. Cuidado con el exceso y la abundancia, no son buenos para la educación.
No favorezcas la creación de hábitos de gastos fijos en los niños (Siempre que nos lo piden les compramos una chuchería en el supermercado), ni el apego a las marcas o a las modas consumistas.
4. Desarrolla en los niños actitudes de responsabilidad, ahorradoras, recicladoras y solidarias.
Responsabilizarse de apagar las luces, reciclar la basura, reutilizar el papel, heredar las prendas de vestir de hermanos mayores, familiares e incluso amigos, compartir juguetes o donarlos….
5. Que te acompañen a la compra y foméntales una postura activa
Involúcralos en las decisiones relacionadas con las compras y aprovecha estas situaciones para hacerles ver el valor de las cosas.
Miremos las etiquetas para ver cuál es más saludable y aprovecha para inculcar los valores nutricionales de los alimentos.
Veamos la fecha de caducidad para que nos de tiempo a comerlo y no tengamos que tirarlo.
Vamos a llevar el dinero justo para evitar comprar cosas innecesarias.
Compararemos precios y calidad antes de decidir.
Enséñales a confeccionar menús con ingredientes saludables y baratos.
También es aconsejable que realice pequeños recados en las tiendas del entorno de la casa, siempre que sea una zona segura: ir a por el pan o a por el periódico, así podrán interiorizar el coste de las cosas, cómo el dinero se va gastando…
6. Reflexionad juntos sobre la publicidad y el consumismo
Ayuda a tus hijos a comprender que los anuncios buscan persuadirnos para comprar productos, y que no todo lo que se muestra es necesario o beneficioso, ni lo que nos dicen es cierto.
Hablar con ellos sobre la publicidad, explicarles, por ejemplo, cómo la publicidad ensalza los beneficios de los productos para que compremos lo que anuncian.
Una actividad divertida que podemos hacer en familia es escoger productos que haya en casa y hacer anuncios. La idea es crear un eslogan y centrarse en las cualidades para convencernos de comprarlo.
Mantén conversaciones con ellos y enséñales a analizar los anuncios y sus deseos de compra:
¿De verdad necesitas esto o te lo hacen creer?
¿Cómo te hacen sentir los anuncios?
7. Fomentad el reciclaje y la reutilización
Dales ideas para darle una segunda vida a las cosas:
Usar ropa de segunda mano.
Intercambiar libros en lugar de comprar nuevos.
Reparar juguetes en vez de tirarlos.
Sacar los libros en préstamo de la biblioteca pública del barrio o del colegio
Hacer fondo común de libros o juguetes que se van turnando. Los niños se cansan pronto de las novedades. Pueden hacer un fondo común con amigos y que se vayan turnando
8. Si les das una paga, enséñales a administrar su dinero. También es bueno que se acostumbren a ganárselo.
A partir de los 14 años pueden hacer pequeños trabajos y ganarse un dinero (sacar el perro del vecino a pasear, hacer de payasos y organizar el cumple de un vecinito….)
Si tienen una entrada de dinero bien sea la paga, un regalo o de su propio trabajo, pueden aprender a gestionarlo:
Dividirlo en tres partes: ahorrar, gastar y compartir.
Fijar objetivos de ahorro para que valoren el esfuerzo.
Explicar que el dinero no es infinito y que aprendan a priorizar sus gastos
Relacionar la adquisición de objetos que le agraden o juguetes con algún tipo de esfuerzo, que deban hacer para lograrlo.
Si les das paga, proporcionales una hucha a los pequeños o una cuenta de ahorros a los mayores para que aprendan a guardar dinero con el objetivo de adquirir algo que deseen en el futuro. Esto les enseña la importancia de la paciencia y la planificación.
Si les das paga, establece con él el ahorro de parte de la paga o el gasto moderado; y que se haga cargo con su dinero de algunos gastos suyo (pilas, gomas, lápices,…)
Hacerles “pagar” con su dinero aquellas cosas que rompen o pierden como una manera de promocionar el valor del dinero. Esto debe hacerse de forma razonable sin agobiar al niño por ello, pero si debe cumplir su función de consecuencia de sus actos y tiene que haberse hablado previamente, explicando las razones para ello y establecido la norma.
9. Evitar el desperdicio de comida
Involúcralos en la cocina y haz que sean conscientes del valor de los alimentos:
Cocinar con las sobras. Se puede enfocar como un juego en el que hay que idear una receta novedosa con los ingredientes que se tengan. Luego se cocinará la que sea más apetitosa. La idea es comer de restos con imaginación.
Comprar solo lo que se va a consumir.
No tirar comida sin razón.
10. Enséñales a valorar lo que tienen
Una buena costumbre es practicar la gratitud cada día, haciéndoles conscientes de todo lo que tienen.
Esta práctica les lleva a darse cuenta de todo lo que tienen y enseñarles también a compartir sus cosas con los que tienen menos. “No es rico el que más tiene sino el que menos necesita”
Cuando pidan un juguete nuevo, haz que reflexionen:
¿Cuántos juguetes tienes ya?
Si quieres uno nuevo, ¿Qué podrías donar?
11. Incúlcales el valor de compartir
Fomentar la solidaridad y la empatía es clave:
Donar ropa y juguetes a quienes los necesiten.
Participar en actividades de voluntariado.
Cuidar el planeta con pequeños gestos.
12. Enséñales a practicar y disfrutar de otro tipo de diversión
Fomenta en ellos la realización de actividades que no impliquen compras, como deportes y juegos al aire libre, hacer guiñol o teatro en casa, manualidades o lectura, cocinar. Que aprendan por su propia experiencia que la diversión y la satisfacción no siempre están ligadas al consumo.
13. Establece límites claros
Es fundamental que los niños comprendan que no siempre pueden tener todo lo que desean. Establecer reglas y límites claros respecto a las compras puede ayudarles a desarrollar tolerancia a la frustración y valorar más lo que tienen.
Educarles y practicar estas estrategias puede contribuir a que tus hijos desarrollen una relación más saludable con el consumo y eviten caer en el consumismo.
Lo importante es que lo aprendan poco a poco, con acciones diarias y conversaciones que les hagan pensar.
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