¡Peligro! Vacaciones en familia: cómo sobrevivir y disfrutar al mismo tiempo
- Educamos en Familia
- 17 jul
- 4 Min. de lectura
Actualizado: hace 3 días
El verano es una época fantástica para la convivencia familiar, aunque en algunas circunstancias pueda complicarse. Algunos padres se ven obligados a seguir trabajando durante las vacaciones de los hijos, y esto puede derivar en que niños y adolescentes tengan que ser acompañados por otros familiares durante sus meses de descanso o incluso pasar algo de tiempo solos, alterándose por lo tanto sus costumbres. En otras ocasiones, el descanso vacacional se les hace tan largo que los hábitos y rutinas adquiridos durante todo el año se modifican o distorsionan tanto que, de cara al otoño, sentimos que tenemos que volver a empezar desde el principio.

Si bien el verano es para descansar y probablemente los horarios y actividades se puedan volver más flexibles, en este artículo te advertimos del peligro de que los hijos se abandonen al “dolce far niente” y te apuntamos algunos trucos para que esto no suceda.

¿Por qué deberíamos seguir manteniendo ciertas rutinas y hábitos durante el verano? Principalmente para evitar que los hijos se aburran demasiado y eso los lleve perder el tiempo e incluso a abusar de los dispositivos, si es lo único que tienen a su alcance para entretenerse. Muchos adolescentes, por ejemplo, tienen durante el verano una sensación de vacío y de “tiempo perdido”. Sin embargo, argumentan estar demasiado cansados de la rutina escolar y se abandonan al descanso. Por ello, necesitan algo de control externo que los reconduzca a la actividad saludable.
Por el contrario, unos buenos hábitos veraniegos pueden ayudarnos a:
Aprovechar para que los hijos hagan más deporte, aprendan cosas nuevas y se diviertan de otra forma.
Estrechar vínculos familiares, no solo con los padres sino con la familia extensa: pasar tiempo con los abuelos, aprender de su estilo de vida...
Realizar actividades poco frecuentes el resto del año como trabajar, cocinar, etc., que desarrollen su autonomía y responsabilidad, en las que adquieran aprendizajes para la vida.
Conocer modos diferentes de diversión que les abran las puertas de un ocio activo y nuevas aficiones.
Aprender nuevas habilidades personales y sociales y
Profundizar en el desarrollo de principios y valores.
¿Cómo podemos hacer para no perder esta estupenda oportunidad?
Si aún sigues pensando en el título de este artículo (¡Peligro! ¡Vacaciones en familia!) estos son algunos consejos que puedes seguir.
Lo primero es intentar hacerles un horario que, aunque diferente, combine ocio y obligaciones cada día. Algunas familias incluyen un breve periodo matutino de tareas escolares de repaso, lectura o cualquier otra propuesta que les ayude a mantener su cerebro activo, incluso en vacaciones.
Aquellas familias que practican las reuniones familiares semanales elaboran conjuntamente esta rutina estival contando con la opinión y propuestas de todos, incluidos los más pequeños. Lo que les tiene que quedar claro es que sin hacer nada no es posible estar y que la realización de actividades supone una fuente de “vitaminas” para el espíritu.
Además de la actividad intelectual, muchos padres plantean actividades de ocio obligatorias que les ayuden a estar ocupados. Esto les ayuda a romper la pereza inicial de comenzar a divertirse individualmente o incluso puede contribuir a que superen la vergüenza de incluirse en un grupo de otra manera. Es el mejor momento, por ejemplo, para comenzar un proyecto individual nuevo, (un puzle, una maqueta... cada uno en función de su edad y sus posibilidades). Otra opción es inscribirles en actividades organizadas, como campamentos, escuelas deportivas, actividades culturales que les ayuden a tener un calendario predecible de actividades.
Para los hijos de mayor edad, puede resultar muy enriquecedor contribuir socialmente realizando un voluntariado en alguna ONG. Además de ayudar a grupos desfavorecidos o con menos recursos, (por ejemplo, ejerciendo de monitores de campamento o tiempo libre o dando clases particulares), normalmente el voluntariado beneficia tanto a quien recibe la ayuda como a quien la brinda.
Todas las opciones son válidas porque lo importante, como decíamos arriba, es que estén activos, aprendan, se diviertan y crezcan.

En casa también se pueden organizar numerosas actividades familiares especiales y muy diferentes a las del resto del año y probablemente por poco dinero y algo de ingenio todos pueden encontrar algo divertido qué hacer: desde una noche de cine en la terraza hasta una cena con un menú temático, la preparación de una obra de teatro para el fin de semana. Es como hacer “vacaciones en el hogar”. Destapa tu imaginación y pídeles ayuda a tus hijos. Seguro que entre todos se os ocurren muchas locuras razonables con las que poder divertiros.
En esta planificación de actividades puede ayudar también contar con la ayuda de otros familiares e incluso vecinos y amigos promoviendo un intercambio mutuo de favores y asumiendo responsabilidades compartidas con otras familias: planear ir a la piscina con compañeros de colegio, ir a la montaña, visitar un museo con primos de la misma edad, realizar pequeños campamentos con amigos y familia, bien sea en el pueblo o en la ciudad, contratar entre varias familias monitores de ocio...
Por último, no podeos olvidarnos de algo fundamental entre tanta diversión: animarles y comprometerles para que contribuyan con la organización del hogar, asignándoles tareas concretas y sencillas que sean su responsabilidad, (recoger su cuarto, colocar cajones y armarios personales, hacer pequeñas compras e incluso ayudar en la cocina...). Estas actividades desarrollarán su autonomía y responsabilidad, aparte de contribuir a que el tiempo libre familiar sea de calidad.
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